A Flaca
Te tengo que dejar ir y me odio por intentar retenerte a mi lado injustamente, porque temo que me duela más perderte que verte sufrir. Cuando llegaste ya eras mayor, pero no pensaba que el tiempo me pasaría tan deprisa que apenas me dejaría media vida tuya para darte todo el amor que te faltó en la otra media. Transcurren estas infernales horas en las que me he dado un tregua al pensamiento y tiemblo como una hoja, sé que cuando no estés te buscaré a todas horas inconscientemente y el dolor se aparcará en el estómago y en el corazón para no dejarme sonreír por un tiempo.
No quiero guardar tu plato, ni tu collar, ni tu correa como hice con Jueves. No quiero pasear a tus hermanos perrunos con los ojos llenos de lágrimas, no quiero explicarle a la gente por qué ya no estás... No quiero.
Estaré a tu lado si llega el momento, sé que lo haré, sé que llegará pronto y tendré que dar un sí por respuesta cuando me hagan la temible propuesta de dejarte marchar. No escucharé más tus estruendosas pisadas mientras caminas por la casa, ni estrellarás tu trufa mojada en mi cara mientras duermo, para que te tape porque tienes frío, no pegarás tu cabeza contra mi pierna cuando me paro en los paseos para decirme que estás ahí, ni vendrás corriendo a saludarme cuando entro por la puerta loca de contenta por volverme a ver.
Ahora ya ha pasado todo, ya te has ido, nos has roto pero sé que tú estás bien. Aunque no estés te noto aquí, porque tu presencia era tan grande que te sigo sintiendo como si estuvieras a mi lado. No me dí cuenta de lo que ocupabas en mi vida hasta que he visto lo vacía que está la casa aunque esté llena de gente y ese vacío es inmenso en mi casa y en el alma.
Llegaste con ese don que tienen los animales especiales para hacer felices a las personas, siempre dije que contigo habían perdido una excelente perra de terapia, porque cada persona que estaba a tu lado se sentía bien, relajada, tranquila, porque tú con tu presencia, con esa manera de amar las caricias que recibías, entrecerrando tus ojos y arrimándote, hacías que las personas se sintieran llenas de paz.
Poco a poco, gracias a ti logro entender lo absurdo de la vida, que no importa lo que tengas sino los momentos que vivas, el ahora, disfrutar por un segundo de un rayo de sol, como ese que brillaba de nuevo el día de tu partida, como un recordatorio macabro del último día de la vida de Jueves, también el sol brillaba, parece que el cielo se alegra cuando llegáis aunque nosotros aquí estemos maldiciendo.
Después de que pasan los días y el vacío se hace más melancólico y un poco menos punzante, pienso que estás bien, seguro que lo estás porque cada vez que te echo de menos en el más insignificante momento, de repente un grandísimo arcoirirs luce en el cielo y sé que eres tú con tu encanto "galguil" dando las gracias y asegurándote de que todos estemos bien, como siempre hacías dando calma al que más lo necesita.
Te quiero compañera.
Sé que te dejé escapar porque ahora eras tú la que necesitabas esa calma al fin. Sé que te marchaste con tu cabeza sobre mis rodillas y fuiste en busca de ese paraíso que tanto te merecías, desde donde ahora me miras mientras escribo ésto, aunque tus cenizas estén en la caja más bonita que yo haya visto, tú estás ahora en todas partes, feliz. Como siempre mereciste ser.
Te quiero Flaca.
Juega, salta, corre, pero estate siempre esperando mi llegada en tu paraíso porque cuando muera iré en tu busca.
Jose y Mila