Hoy es viernes y los sueños brillan más...
No es que quiera amargar la fiesta a nadie, de hecho, envidio a todo el que la disfruta, pero es que hace un tiempo que decidí que la navidad no siempre es bonita, ni feliz, ni tan siquiera amable.
El otro día fui a uno de esos centros comerciales en donde hay de todo (y al que soy muy asidua, para que nos vamos a engañar) y me quedé asustada del huracán de gente, tarjeta en mano, echando humo, gastando y gastando y gastando dinerales...pero, ¿"NAVIDAD" no era otra cosa?
Cómo decía, hace mucho tiempo me declaré "anti navidad" "anti consumo navideño" y "anti sonrisa forzada". ¿Por qué tengo que ser la persona más feliz en Nochebuena, sentada en una mesa en donde el rencor, la envidia, los reproches y las puñaladas por la espalda intentan esconderse tras una botella de sidra achampanada? ¿por qué he de comprarme un vestido nuevo si tengo unos fantásticos vaqueros viejos? ¿Por qué he de regalar algo a un familiar que luego me ignorará en algún momento de necesidad?
Sería bonito que nos sonriéramos el resto del año y que nos sentáramos juntos un jueves cualquiera. Hay una amiga de mi hija de siete años que se está muriendo en un hospital por una puta enfermedad a la que le importa una mierda que sea navidad. Y yo estoy aquí fingiendo que soy feliz y que existen los reyes magos.
Hay gente que no tiene cena de navidad, ni cama en donde dormir e imagino a mi padre recostado sobre baldosas, eso si, con unos preciosos reflejos de luces navideñas.
Yo os desearía a todos feliz navidad y que el año que viene sea tan bonito como vuestros sueños, pero hoy estoy demasiado ocupada pensando en otras cosas.
De todos modos
os deseo que todos
los abrazos que os deis ésta noche
y las siguientes, al menos,
sean sinceros.
Manoleritina.
Mila.