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viernes, 31 de agosto de 2012

"Casa Museo - Museo Etnografico" de Cilleros, Cáceres.

Hoy es viernes y los sueños brillan más...

En el centro de Cilleros (Cáceres) , un fantastico pueblo de poco menos de 2000 habitantes y con unas preciosas casas de piedra se encuentra ésta casa museo de tres pisos. Pude adentrarme en su pasado cuando entré en el Museo Etnografico. Está perfectamente restaurado y se puede ver cómo era la vida en una casa cualquiera de un pueblo de Cáceres.

La entrada al museo

El salón

Habitación.

Lavabo

Vestido

La cocina

Había tantas cosas que ver, que no podría hacer una entrada con todo lo que me gustó, aunque había también enseres de oficios antiguos como peluquero, zapatero, costurera, fotografo... por cierto la entrada es gratuita. En fin, yo en homenaje a mi abuelo que era zapatero remendón y a mi papi que toda su infancia la pasó arreglando calzado de pueblo en pueblo por los limites de Caceres y Salamanca, la semana que viene haré un especial. Dedicado a ellos =)

Bueeeeeeeeeen finde chic@s
Manoleritina
Mila

4 comentarios:

  1. Hola Mila!
    Interesante entrada. Me encantan ese tipo de visitas, es como una maquina del tiempo. Sobre lo que comentas de los zapateros, al menos por aqui ya han desaparecido todos -no se si quedara alguno perdido pero lo dudo-, ahora lo que abundan son estos negocios que reparan calzado y tambien hacen copias de llaves, pero conservo los recuerdos de aquellos pequeños negocios, su olor, el ruido del martillo... Son muchos los oficios que han ido desapareciendo.
    Un saludo y buen finde!

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  2. Fran, mi abuelo era zapatero remendón (me encanta ese nombre) y vivía entre Cáceres y Salamanca, más concretamente entre Hervás, que fué donde nació mi padre y Puerto de Béjar que era dónde vivían habitualmente. Mi padre que era el mayor, solía ir con él a ayudarlo, y salían durante días, durmiendo bajo los soportales de las plazas, o en habitaciones que les prestaban en donde montaban el tenderete, a cambio de la reparación de unos viejisimos zapatos. Cuando vi en el museo todos lo aparejos del zapatero, sentí mis antepasados agolpandose en mi estomago. No podía dejar de mirar esos extraños zapatos de niño, o ese taburete en donde imaginaba a mi abuelo, trajinando con el alicate o repujando un cinturón con lindos dibujos de hojas. No me queda más remedio que recordar, lástima que no lo puedo ver con mis propios ojos, solo escuchar embobada las historias que me cuenta mi padre.

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